Extensiones con principios.

Es muy complicado discutir sobre el valor económico de algo tan personal como nuestro propio pelo. ¿Por cuánto te cortarías la coleta? ¿Cuánto pagarías por unas extensiones? ¿Por cuanto te raparías la cabeza por completo? ¿Cuánto pagarías por una peluca idéntica a tu pelo natural? El cabello es parte de nuestra identidad incluso a un nivel espiritual. Judíos ortodoxos, monjes budistas y monjas entre otros lo cubren, peinan de maneras muy distintivas o rasuran por completo.

 

Cuando Britney Spears se rapó la cabeza los medios de comunicación hablaron de un colapso mental muy intenso. Nuestro cabello habla de salud, estética, moda y mucho mas. Por eso resulta casi imposible ponerle precio a nuestra propia melena. ¿Cuánto pagarías para conservarla? ¿Cuánto tendrían que pagarte para que estuvieras dispuesta a perderla? Una historia global de explotación. No es frecuente que te paguen por un corte de pelo, lo habitual es que seas tú quien pague al profesional que realizan. El Reino Unido, tercer mayor importador de pelo del mundo ha registrado cifras cercanas los 40 millones de libras en este mercado y siguen aumentando. Aunque el cabello sintético sea cada vez de mayor calidad el cabello natural continua siendo el mas demandado y esto tiene muchas consecuencias. India es el mayor exportador de pelo humano del mundo con 1.800 toneladas anuales que rondan los 80 millones de euros de valor en el mercado. Cada día unos 40.000 peregrinos acuden a entregar su cabello al dios Visnhu en el Templo de Tirumala, ignorando que sus ofrendas religiosas se comercializan sin su consentimiento.
El Reino Unido, marcando la diferencia.
En el sector se han denunciado todo tipo de abusos desde el tráfico con cabello donado (no vendido) al robo del mismo mediante asaltos a mujeres en zonas pobres cuya tradición es llevar el pelo muy largo. De la ética social y profesional de algunos empresarios del sector ha surgido un paradigma diferente de empresas de extensiones, posticería y pelucas que se basa en la compra de pelo que proviene únicamente del propio país y bajo su estricto control de principio a fin del proceso. Estas empresas prefiere pagar un precio justo a las donantes en sus propias instalaciones y así conocer exactamente el origen del cabello que utilizan en sus extensiones evitando alimentar y legitimar la existencia de esas mafias.
Como consumidores y profesionales del sector, podemos elegir abastecernos de empresas que no solo nos proporcionen un producto de calidad, sino que también contribuyan a que este sector tenga unos valores éticos.