No seremos nosotros los que le quitemos a
nuestros smartphones la importancia que tienen. El hecho de disponer una ventana al mundo en nuestro bolsillo nos ha cambiado a nosotros, a la sociedad y a la manera en la que nos relacionamos.
Desde a la inmediatez en nuestra comunicación con cualquier persona o lugar del mundo al modo en que trabajamos, ligamos o entendemos el ocio. Pero todos estos avances vienen con un coste, y ese coste somos nosotros.
El phubbing es un término inglés que es unión de otros dos: phone (teléfono) y snubbing (desairar, hacer un feo) que se acuñó en el año 2007 y que define el acto de concentrarnos en nuestra tecnología (ordenadores, teléfonos, tablets, etc) ignorando así a quien tenemos físicamente delante. Incluso tenemos la traducción oficial al español: ningufoneo, mezcla de ninguneo y teléfono.
Todos hemos estado a ambos lado del phubbing, todos hemos ignorado o sido ignorados por la persona que estaba delante de nosotros.
En una reciente encuesta descubríamos que el 90% de los adolescentes preferían el contacto vía mensaje de texto que recibirlo cara a cara. Por la misma encuesta descubríamos que en un restaurante dado en una noche se pueden dar una media de 36 casos de phubbing entre sus comensales.
En el ámbito de las relaciones de pareja tampoco hay buenas noticias. El ningunfoneo ha entrado con fuerza en los últimos años en las listas de causas que provocan una pelea en el seno de la pareja. Es más, el hecho de poder escaparnos en cualquier momento a ese mundo virtual hace que, en momentos en los que nos deberíamos plantar ante nuestra pareja y arreglar un problema cuanto antes, giremos nuestra vista a la pantalla ignorando el problema que tenemos delante.
De la misma manera, estemos bien o mal en nuestra relación, nuestra última acción del día antes de entrar en el mundo de los sueños es consultar nuestros smartphones, menguando el número de parejas que se van a la cama al mismo tiempo, simplemente por el hecho de querer dormirse juntos y abrazados. Con el phubbing, cada uno duerme a su ritmo y en solitario.
Podemos encontrar algún parche a este problema. Dejar el móvil fuera del alcance de nuestra mano cuando estamos en la cama o en presencia de alguien querido, confiscarlos antes de una cena o incluso a modo de juego, siendo uno de los más famosos aquel por el que todos los móviles quedan juntos y bocabajo en el centro de la mesa y la primera persona que consulte el suyo tendrá que pagar el total de la cuenta como castigo.
Pero como decimos, todo esto son parches. La
adicción a los smartphones puede ser algo nuevo, pero eso no implica que no se deba tratar como se tratan otras adicciones. Esto es,
con la ayuda de profesionales. Desde psicólogos a terapias grupales, existe una variedad de profesionales de la mente que podrán ayudarnos a desengancharnos.
Como los smartphones, el phubbing acaba de llegar a nuestras vidas y es muy probables que, dado a los avances en la tecnología, este problema se acabe agravando antes que solucionando.
Y esta solución depende de cada uno de nosotros de manera individual, si no damos prioridad a aquello que tenemos delante nos arriesgamos a perder todo lo que realmente valoramos en nuestras vidas.
Redacción COSMO
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