El pollo frito rebozado con harina es uno de los platos preferidos por muchas personas, pero qué pasa con aquellos que por ser
intolerantes al gluten no se pueden permitir comer este sabroso manjar. ¿Debemos renunciar para siempre a un pollo crujiente y rico, o podemos contar con otras alternativas que nos permitan saborearlo?.
Hacer pollo frito crujiente sin harina ni pan rallado es totalmente posible, e incluso una opción más saludable y que una vez pruebes, seas o no intolerante al gluten, te encantará. Hoy te traemos una receta magistral para freír tu pollo sin esa harina ni pan rallado de siempre, y obtener unos resultados espectaculares con tu plato.
La receta magistral que hoy compartimos es típica de Brasil y una de sus principales ventajas es que resulta tremendamente económica, algo que sabemos muchos vais a agradecer en la situación actual que estamos viviendo. Comer bien no implica comer caro, como muchos creen o afirman, porque no se trata del valor en dinero, se trata del valor en sabor, creatividad y nutrientes que nos aporte.
La receta nos valdrá para dos comensales, por lo que en función de vuestros invitados a comer tendréis que multiplicar los ingredientes que os indicamos para dos personas.
Igualmente, no vas a necesitar mucho más de tres cuartos de hora para culminar tu plato, con un nivel de dificultad bajo, y con el que obtendrás el aplauso de tus invitados, que seguro se chuparán los dedos.
Ingredientes:
Para dos personas los ingredientes de nuestra receta de pollo frito sin harina serán: medio kilo de muslos de pollo fresquitos, un diente de ajo que debes machacar, una cucharada de pimentón, una cucharadita de sal, unos 400 mililitros de aceite vegetal de soja, media cebollita fresca, y un poquito de pimienta negra, que utilizaremos según el paladar de cada cual.
¿Cómo se hace el pollo frito sin harina?
Lo primero que debemos hacer es retirar la piel del pollo fresco que hemos comprado, aunque si eres de los que te gusta, puedes dejarla sin problema. Posteriormente mezclamos el pollo con todo los ingredientes que hemos nombrado anteriormente en un recipiente, a excepción de la cebolla, y lo dejamos reposar un cuarto de hora para que se impregne de todos los aromas.
Si quieres que tu pollo sea algo más exótico o aromático, puedes añadirle las especias que más te gusten; no existen límites ni fronteras en cuanto a sabor y estilo a la hora de usar las distintas especias. Así podemos cada vez, darle un toque distinto a nuestro plato, sin parecer que nos repetimos en la fórmula utilizada, ya que una simple especia puede cambiar todo el sabor final.
Mientras el pollo reposa con todos los condimentos en un recipiente durante esos quince minutos que hemos dicho, puedes poner al fuego el sartén con el aceite para que se vaya calentando, y en el caso de que tengas en casa una freidora, pues todavía mejor, ya que te facilitará mucho el trabajo así como el resultado final que vas a obtener con tu nueva receta.
El truco secreto para conseguir que queden crujientes es sumergir en el aceite hirviendo las piezas de pollo condimentadas, bajar el fuego para que se hagan lentamente y lo más importante, que es la causa de que alguna vez no consigamos el resultado deseado, el pollo debe quedar totalmente sumergido en el aceite y no tocarlo en todo el proceso, sólo para retirarlo y antes para darle la vuelta.
Esa vuelta es la única vez que los volveremos a tocar, y dejaremos otros quince minutos haciéndose a la misma temperatura por el otro lado, y siempre completamente tapados y sumergidos en los 400 mililitros de aceite de soja natural. Pasado ese tiempo, retiramos los pollos del fuego y los colocamos sobre una bandeja con un lecho de papel absorbente que quite el exceso de aceite o grasa.
Sin retirar del fuego el sartén con el aceite en el que ya hemos frito nuestro pollo, aprovechamos para dorar las cebollas durante un minuto aproximadamente, hasta que queden bien doraditas. Añadirle la cebolla al pollo es una buena opción, aunque si lo prefieres puedes acompañarlo con una ensalada o incluso patatas fritas clásicas.
Llegados a este punto ya tenemos nuestro plato estrella de pollo frito sin harina ni pan rallado con guarnición de cebolla, con el que seguro triunfarás en casa y cualquier celebración. Es sin duda un capricho que uno se debe permitir de vez en cuando, aunque claro está, no es algo para comer todos los días ni tenerlo como costumbre por su enorme aporte calórico.
Salsas que acompañarán muy bien al pollo frito sin harina
Hoy queremos ir un poco más allá y te sugerimos dos fantásticas salsas que harán que tu plato pase de maravillosa a espectacular en cuestión de segundos. Por un lado os proponemos una salsa de limón que da un gran contrapunto a la presentación, y por otra una de mango, que aportará dulzor y exotismo a una receta que de por sí ya está muy rica.
Sin detrimento de las clásicas y sabrosas salsas barbacoa, que potencian e intensifican la fuerza y sabor del plato, o una salsa blanca simple que deje al pollo todo el protagonismo, y aunque realmente va bien con cualquier salsita que os guste, lo cierto es que si quieres marcar la diferencia nuestra apuesta por las salsas de limón o mango, llevarán tu presentación a otra dimensión.
Salsa de limón:
De origen oriental y sabor agridulce consiste en una reducción de zumo de limón con azúcar, a ser posible morena. Va muy bien con carnes blancas y si le aportas un poquito de jengibre mejora muchísimo. Además resulta muy sencilla de preparar e igualmente se hace con ingredientes muy económicos, por lo que acompaña muy bien a nuestro plato estrella de hoy.
Los ingredientes que necesitas para preparar tu salsa agridulce de limón son: cuatro limones frescos, unos cuarenta gramos de azúcar moreno, 50 mililitros de vinagre blanco, y un poco de sal y pimienta, esto último siempre al gusto de cada cual, ya que hay quien prefiere no salpimentarlas, aunque la original lleva ambas cosas, como queráis.
Para hacerla debes mezclar en un bol el zumo de limón con el azúcar moreno, el vinagre y la sal y pimienta, luego cocinar todo junto a fuego lento durante unos diez minutos, hasta que espese y veas el fondo del caldero. Y ya estará lista para servir; puedes rociar el pollo con ella o dejar que cada cual se la ponga a su gusto con una cuchara.
Salsa de mango:
Muy típica de la cocina de la India, es muy fácil y barata de preparar. Necesitarás tres mangos que ya estén maduros, unos 225 gramos de azúcar moreno, otros 225 mililitros de vinagre, canela en polvo, curry, jengibre molido, una cebolla, un diente de ajo, un poco de sal y guindilla en polvo, si te gusta, si no es así, puedes prescindir de este último ingrediente.
Debemos utilizar la variedad de mangos llamada manga, que estén muy maduros, y que pelaremos y cortaremos en tacos pequeños. Luego mezclaremos con todos los ingredientes anteriormente presentados intentando que nos quede como un puré, aunque es bueno separar algún pedacito entero de manga para añadirlo al final y darle un toque curioso.
La clave es dejarla descansar en la nevera unas 24 horas y al día siguiente añadirle cebolla y ajos bien picaditos y luego remover hasta que queden bien compactos y uniformes. Para terminar debes cocinar a fuego lento durante una hora o una hora y media, removiendo para que no se te pegue, y obtendrás una fantástica salsa dulce con textura de mermelada, que los hindúes llaman chutney y se toma a temperatura ambiente.
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