En 1894 Alfred Dreyfus fue acusado falsamente de traición por espiar para Alemania. Este capitán del ejército, judío y alsaciano, era el chivo expiatorio perfecto y el alto mando francés no dudó en manipular las escasas pruebas que aportaron en el juicio donde lo declararon culpable. En 1898 el famoso J’accuse de Émile Zola denunció ante la opinión pública la injusticia cometida contra Dreyfus, que cumplía cadena perpetua en la Guayana Francesa. Este caso hizo aflorar el antisemitismo de la Tercera República, dividiendo el país durante décadas.
26 DE SEPTIEMBRE DE 1894
La Francia de finales del siglo XIX era un país al borde del colapso. La recién inaugurada Tercera República, instaurada en 1870 tras la
caída del Segundo Imperio de Napoleón III, vivía permanentemente en crisis. En dos decenios, cuatro presidentes de la República
dimitieron de su cargo y uno fue asesinado. Con el miedo a la restauración de la monarquía acechando, el auge del anarquismo
y el ascenso de la extrema derecha, un sentimiento nacionalista y antisemita comenzó a extenderse por el país. Todo agravado por la
reciente derrota frente a Prusia, una humillación que costó a los galos las regiones de Alsacia y Lorena.
En este contexto se desarrolló el caso Dreyfus, el proceso de acusación y condena con pruebas falsas del capitán del ejército francés Alfred Dreyfus por espiar para Alemania, uno de los mayores escándalos que se han producido en la Historia Contemporáneade Francia y de Europa. Todo empezó la mañana del 26 de septiembre de 1894 cuando madame Bastian, encargada de la limpieza de la embajada alemana en París, encontró una nota posteriormente conocida como bordereau. En la misiva, dirigida al agregado militar
alemán en París, Maximilian von Schwartzkoppen, un oficial francés se ofrecía a revelar a los germanos los últimos movimientos del Estado Mayor.
Aunque Bastian era analfabeta y no sabía lo que ponía en los documentos, trabajaba como espía para la entonces llamada Sección
de Estadísticas, el servicio de inteligencia y contraespionaje militar. Bastian entregaba todos los documentos que encontraba en las papeleras de la embajada a su enlace, el comandante Hubert Joseph Henry. La carta llegó a Jean Sandherr, jefe del contraespionaje,
y este informó sobre el asunto al Ministro de Guerra, el general Auguste Mercier, quien considerado un incompetente por la prensa
quiso sacar partido de este asunto y limpiar su imagen abriendo una investigación de urgencia.
El culpable ideal fue el capitán Alfred Dreyfus, de religión judía y origen alsaciano. El 15 de octubre de 1894 Dreyfus fue convocado
en el Ministerio de la Guerra de Francia, donde el general Du Paty de Clam, con la mano derecha vendada, le pidió que redactara una nota. Tras leerla, acusó a Dreyfus de traicionar a Francia y lo arrestó.
Su única prueba: el supuesto parecido entre la caligrafía de Dreyfus y la utilizada en la nota. El capitán negó rotundamente su culpabilidad y rechazó el revólver con una sola bala que Du Paty pretendía entregarle
para empujarlo al suicidio. Y permaneció encerrado e incomunicado mientras se registraba su casa.
A pesar del secretismo, la noticia se filtró al diario antisemita La Libre Parole, que hizo hincapié en el origen judío de Dreyfus.
Acusado de haber entregado a los alemanes documentos secretos, a finales de diciembre Dreyfus fue enjuiciado a puerta cerrada por un tribunal militar que a la débil prueba del bordereau sumó documentos que posteriormente se revelarían manipulados o fraudulentos y testimonios falsos.
Juicio al capitán Dreyfys. ¡Culpable!
Dreyfus es condenado de manera unánime por alta traición y deportado a perpetuidad a la isla del Diablo
en la Guayana Francesa.
19 AL 22 DE DICIEMBRE DE 1984
Alphonse Bertillon, jefe del Servicio de Identidad Judicial de la prefectura, pero de ninguna manera experto en grafología, afirmó
bajo presión de los militares que la letra de la nota no era totalmente idéntica a la de Dreyfus porque había sido realizada con la intención de despistar y poder negar su autoría. Bautizó su teoría como autoforgerie
autofalsificación.
El capitán Dreyfus fue condenado en un expediente secreto por el delito de alta traición a prisión perpetua y desterrado en la colonia
penal de la Isla del Diablo, en la Guayana Francesa. Además, fue degradado en una ceremonia pública ante los insultos de miles de
asistentes.
Convencida de la arbitrariedad de la condena, la familia del capitán, con su hermano Mathieu al frente, intentó probar su inocencia. Para ello recurrieron a los servicios del periodista Bernard Lazare, que inició una campaña informativa para atraer intelectuales y políticos que se sumasen a esta defensa.
Mientras, la Sección de Estadísticas interceptó un manuscrito del embajador alemán dirigido al comandante de infantería francés Ferdinand Walsin Esterházy. Cuando el nuevo jefe del contraespionaje, Georges Picquart, cotejó varias notas del comandante con el
bordereau se dio cuenta de que el autor de todos los documentos era Esterházy. Y en el curso de su investigación descubrió que las pruebas contra Dreyfus eran falsas. El Estado Mayor se negó, sin embargo, a reconsiderar su decisión y alejó a Picquart de Francia destinándolo al norte de África.
ÉMILE ZOLA PUBLICA J’ACCUSE EN EL PERIÓDICO L’AURORE
"Mi deber es hablar, no quiero ser cómplice. Mis noches serían atormentadas
por el espectro del inocente que expía allí, en la tortura más horrible, un
crimen que no cometió”
13 DE ENERO DE 1898
A comienzos de 1898, mientras el círculo de los partidarios de Dreyfus se ampliaba y las pruebas contra Esterházy se amontonaban, se sucedieron dos eventos de dimensión nacional.
El 11 de enero Esterházy, el verdadero espía, fue juzgado en un consejo de guerra, absuelto y recibido con aclamaciones y aplausos por los sectores conservadores.
Escandalizado, el 13 de enero Émile Zola publicó el célebre artículo J’accuse!, en castellano ¡Yo acuso! Escrito en forma de carta abierta al presidente de la República, Félix Faure, y publicado en la primera página de L??Aurore, este alegato en favor de la inocencia
de Dreyfus denunciaba todas las irregularidades del caso, señalando con nombre y apellidos a todos los implicados.
El periódico, que normalmente tenía una tirada de unos 30.000 ejemplares diarios, ese día vendió 300.000.
En los meses siguientes se produjeron decenas de disturbios antisemitas, Picquart fue expulsado del ejército y Zola fue condenado a un año de cárcel por difamación. El escritor evitó la pena exiliándose a Gran Bretaña, pero cumplió con su objetivo: reavivar el caso
Dreyfus demostrando que las mentiras y falsificaciones eran insostenibles.
El entonces ministro de la Guerra, Godefroy Cavaignac, descubrió que los documentos
falsificados eran obra de un alto mando del contraespionaje francés, el mencionado HubertJoseph Henry, que fue detenido y un día después apareció muerto en su celda con la garganta cortada con la navaja de afeitar. Un intento de golpe de Estado por parte del
derechista Paul Deroulède y una agresión al nuevo presidente de la República, Émile Loubet, convencieron al gobierno liderado por Waldeck-Rousseau de la necesidad de acabar con el caso Dreyfus para intentar cerrar la brecha que había generado. El anterior
presidente, Félix Faure, murió poco antes envuelto en un escándalo sexual: al parecer sufrió una apoplejía después de que su amante, Marguerite Steinheil, le practicara una felación.
¡Revisión del caso Dreyfus!
El Tribunal de casación cancela el juicio de 1894 y decide realizar un
nuevo Consejo de Guerra, que se celebrará entre agosto y septiembre.
3 DE JUNIO DE 1899
En junio de 1899, el Tribunal de Casación anuló el veredicto de 1894 y decidió que Dreyfus compareciese ante un nuevo consejo de guerra. Con motivo de la revisión del caso, distintos grupos de agitadores antisemitas y nacionalistas fueron arrestados en París y el gobierno tuvo que frustrar un motín ultranacionalista conocido como Fuerte Chabrol. Las autoridades intentaron detener a Jules Guérin, director del diario L’Antijuif, tras su participación en el golpe de Estado frustrado de Deroulède y la Liga de la Patria Francesa. Junto a unos 15 colaboradores, Guérin se atrincheró y resistió durante 38 días ante las fuerzas de policía
que rodeaban el edificio.
El nuevo juicio tuvo lugar entre agosto y septiembre de 1899, pero el veredicto fue similar: Dreyfus fue nuevamente condenado, rebajando la pena a 10 años, de los cuales ya había cumplido cinco, pero esta vez, con “circunstancias atenuantes”. El gobierno ofreció el indultoal oficial alsaciano a cambio de no presentar apelación. Y aunque inicialmente se negó, pues suponía aceptar su culpabilidad, Dreyfus decidió acogerse a la gracia para acabar con su pesadilla. Poco después, el ejecutivo promulgó una amnistía que incluía todos los delitos relacionados con el caso para proteger de actuaciones judiciales a todos los responsables.
Este desenlace no disminuyó la división entre los dreyfusards y los antidreyfusards, aunque el capitán y sus partidarios pudieron celebrar la exoneración de Dreyfus en una revisión del juicio que declaró culpable de traición a Esterházy, huido a Gran Bretaña. En julio de 1906 Dreyfus, ya declarado inocente, se reincorporó a la Escuela Militar de París, esta vez para
ser nombrado jefe de escuadrón y recibir la distinción de caballero de la Legión de Honor.
Zola no llegó a verlo, ya que murió en 1902