Estefania
Una de mis mejores amigas se casó, y, por supuesto, hubo barra libre, con la mala suerte de que otra amiga se bebió hasta el agua de los floreros y, en vez de marearse, la dio por decir que la novia había sido una guarra por no elegirla como dama de honor y, a la hora de irnos, no se quitaba de la carretera. Tuvo que llevársela a casa la policía.
Porque demuestra que, hasta en un sitio tan poco romántico y sensual como un quirófano, pueden surgir historias bonitas, especiales y duraderas.