Somos lo que comemos. Pocos refranes más acertados que ese, incluso sabiendo que cuando se inventó aún no sabíamos lo que sabemos hoy gracias a el trabajo de investigadores, psicólogos, nutricionistas y demás expertos.
Hoy celebramos el Día Mundial de la Alimentación, momento perfecto para reflexionar sobre algo tan vital como nuestra relación con todo lo que entra en nuestro cuerpo.
Y no sólo hablamos de nuestra salud física, pues en los últimos años se ha demostrado por activa y por pasiva la relación existente entre nuestra alimentación y nuestra salud mental. Pero, ¿cómo?
Nuestro aparato digestivo, del esófago al recto conectando con nuestro páncreas y vesícula biliar, contiene más de 100 millones de neuronas que conectan directamente con nuestro cerebro y son muchos los expertos que denominan a nuestro estómago como "segundo cerebro".
¿Has tenido la tentación de atiborrarte de pasteles cuando estabas con el ánimo bajo? ¿Alguna situación estresante te ha anulado el apetito? ¿Tienes ganas de ir al baño antes de un evento importante? No es casualidad, es nuestro aparato digestivo hablando de tú a tú a nuestro cerebro.
Pero esta conexión entre cerebro y estómago viaja en los dos sentidos. Si la tristeza te obliga a empacharte de comida basura para liberar serotonina (el aminoácido que regula nuestros niveles de estrés y felicidad), estarás llenando tu cuerpo de grasas cuya acción te alcanzará más adelante y no sólo con efecto en tu físico, sino también en tu cerebro.
Atiborrarnos de grasa para sobrellevar un mal trago es lo mismo que emborracharnos ante una depresión. Le estamos pidiendo prestada felicidad al mañana, y cuando el mañana llegue nos habremos quedado expuestos y sin defensas para resistir la tristeza.
Por supuesto, nuestra salud mental no será la única perjudicada en el proceso, pues una mala alimentación nos predispone a sufrir multitud de enfermedades físicas desde la diabetes a episodios cardiovasculares, pero al menos hoy día somos conscientes de ello. La tarea de los investigadores y divulgadores en el presente es alertar a la población de que nuestra salud mental también está en riesgo.
Todo exceso en nuestro sistema digestivo afectará a nuestra salud mental, así que ¿qué alimentos debo evitar para mantener un equilibrio entre mente y cuerpo? Todo alimento graso, precocinado y procesado y reduciendo, no necesariamente evitando, el consumo de azúcar, trigo, lácteos y alcohol.
¿Qué alimentos ayudan a fortalecer la relación entre mente y cuerpo? Aquellos que sean ricos en micronutrientes, fibras solubles, probióticos y agua: aguacate, plátanos, nueces, semillas de calabaza, cúrcuma, los huevos o el pollo.
Ni que decir tiene que la alimentación es sólo parte de la batalla. Hacer ejercicio y evitar el sedentarismo obrarán milagros en nuestro físico y mantendrán a nuestro cerebro relajado y funcionando a plena capacidad sin que ningún nubarrón moral nos acabe por estropear el ánimo.
Si somos lo que comemos, comamos felicidad.
Y para abrir tu apetito, nada mejor que repasar las recetas a concurso en
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Redacción COSMO
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